martes, 7 de agosto de 2012

Paraíso

Paraíso. by Diana Harlu Rivera on Grooveshark


De pie frente al primer macizo con el que toparon, la pareja se quedó fríamente anonadada, sorprendidos por aquello que veían frente a sí. De la nada, se encontraron con un jardín a medio construir, edificándose en la terraza del edificio en el que vivían. Al parecer, el ayuntamiento de Los Angeles sí que se había tomado en serio las propuestas ecológicas para terrazas verdes que la recién renovada Astrella Laboratories había estado sugiriendo a muchos de los gobiernos estatales en Estados Unidos.

-¿Tú sabías?- cuestionó la atónita pelirroja, dándole una fuerte y afectuosa palmada en el centro del pecho a su novio, el cual casi se queda sin aire ante el contacto. Asustada, la mujer se apresuró a masajearle el mismo punto en el que lo había tocado, mientras él se doblaba de la risa: no recordaba la última vez que su encantadora acompañante había estado tan sorprendida que perdiera la noción de su impresionante fortaleza física.

-Para nada...- musitó el músico casi sin aire, volviendo a enderezarse hasta quedar completamente erguido de nuevo- Bueno... sí y no.

-Perdóname- le rogó ella, poniendo un gesto angustioso en su adorable carita de ángel, la cual conmovió de inmediato al socarrón artista- ¿Y cómo está eso de que "sí y no" sabías?

-Sabía porque es uno de los proyectos de mi división, pero no sabía que planeaban integrarlo aquí- comentó Tom, sobándose con la palma de la mano el punto donde el fuerte puño de Frances había colisionado contra su pecho- De hecho, creo que esto fue lo último que se me ocurrió encontrarnos aquí.

-Es maravilloso, ¿No te parece?- replicó la humanoide, abriendo sus brazos hacia el cielo abierto y vacío de estrellas, pues, a pesar de los grandes avances que había hecho Astrella y otras compañías nacientes de soluciones ecológicas para mejorar el estado ambiental de la ciudad, las cosas no habían cambiado demasiado; entre ellas, la contaminación atmosférica que cubría el cielo plagado de estrellas que había sobre California.

-Encantador- coincidió con ella el alemán, comenzando a caminar un poco lento, paralizado por la magnitud del golpe- ¿Te acuerdas? Guarda una ligera semejanza con...

-Los Huntington- rió fascinada la criatura, sorprendida ante el hecho de que él hubiese hecho la misma conexión en su mente- Pensé que no se te pasaría por la cabeza. 

-¿Pero cómo puedes decir eso, mujer?- exigió falsamente escandalizado el músico, exagerando la expresión indignada de su rostro, antes de echarse una buena carcajada- Si allí fue nuestra primera cita.

-Creí que los hombres no tenían cabeza para estos detalles...- replicó Frances, bajando la cabeza, al mismo tiempo que sus brazos, para entrelazar sus manos en un dulce y contenido gesto- Es que... los humanos... siguen siendo bastante confusos para mí.

-No te culpo- la consoló Tom, avanzando los pasos que lo separaban de ella, hasta que quedaron frente a frente. Ahí, extendió su mano derecha y, con suma delicadeza, repasó el pómulo del mismo lado, recorriendo suavemente su contorno- Yo llevo veintiséis años siendo humano y... mira. Tampoco acabo de comprendernos todavía.

-Vaya...- contestó la criatura, acercándose un paso más a su novio, quien, gustoso, la recibió entre sus brazos, mientras ésta enredaba los suyos en torno al cuello del alto guitarrista, quien la superaba en estatura por cerca de siete centímetros- Entonces, ¿Qué puedo esperar para mí?

-Ser amada- replicó de inmediato el guitarrista, hundiendo sus labios en el torrente de caireles rojizos que rodeaba el cuello de la mujer- Con locura y desenfreno, por el resto de tus días.

-Creo que sería más fácil pensar que... será por el resto de los tuyos- titubeó ella, sabiendo que era más fácil que Tom falleciera a que ella lo hiciese.

-En el orden en el que ocurra- musitó él débilmente, tragándose el nudo que súbitamente se le había formado en la garganta- Siempre estaremos juntos. 

-Siempre...- susurró con ternura la criatura, repasando con los dedos de su mano izquierda el anillo engarzado de diamantes que tenía puesto, símbolo de la alianza pre matrimonial existente entre ella y Tom.

-¿Frances?- la llamó un día, estando ambos acurrucados en la amplia cama matrimonial ubicada en la recámara que Dorian había pensado para ella, construída en el nuevo hogar que él y Lexie habían edificado para salir de vez en cuando de la ciudad, en un pequeño espacio a la orilla del lago Coeur d'Alene en Idaho. La propiedad, con vista a la vasta y todavía limpia extensión de agua y completamente rodeado de bosque, era muy distinta de la propiedad que los Shäfer tenía en Napa Valley, California; rodeados de viñedos sobre colinas ligeramente onduladas, los Umbrose se habían establecido en una planicie ligeramente inclinada, donde los amaneceres eran una delicia para la mirada.

-Dime, Tom- contestó ella en tono apremiante, observando el sol caer sobre la vasta extensión de agua, llenando de su luz anaranjada la enorme habitación de madera orgánica, iluminando cada uno de sus rellanos con los últimos estertores de aquél día.

-Si te pido un favor, ¿Me lo harías?- quiso saber él, acercándose más al tibio cuerpo de la hermosa criatura, la cual respiraba acompasadamente, ajena a cualquier preocupación. 

-Depende- respondió esta de inmediato, riéndose sin querer- Si me vas a pedir que vaya a la cocina...

-No, en realidad es algo un poco más difícil que eso- reconoció el músico, su voz temblando un poco.

-¡Nada de irte a traer algo al pueblo!- se quejó la risueña humanoide, queriéndose alejar de su novio de manera juguetona- ¡No pienso ser tu mandadera el día de hoy!

-¿Querrías por lo menos dejar de parlotear, y escucharme, antes de ponerte como guacamaya de parque de atracciones?- le rogó él, sin poder dejar de reírse también; vaya, bien tenía razón su madre: "La mula no era arisca, a trancazos la hicieron". Después de tantas veces de rogarle que fuera su recadera, encargada y demás, Tom había terminado por hacer de Frances una mujer reticente a obedecer ordenes o, como él lo llamaba, "hacer favores".

-Dos minutos- consintió ella, un tanto reticente, volviéndose a acomodar en la cama; sólo que esta vez, para conveniencia del músico, se sentó frente a él, con las piernas cruzadas al igual que los brazos y el gesto expectante. 

-De acuerdo...- farfulló él débilmente, mirándola a los ojos- Ámame por siempre.

-Ya lo he hecho- rió la criatura, un tanto extrañada por aquella petición. ¿Tanto circo para eso?

-Quizá no me expliqué bien- reconoció el guitarrista, aproximándose a su pareja hasta que fueron milímetros lo que los separaba- Cásate conmigo. 

-Tom, tú me conoces y sabes que...

-¿Podrías esperarte?- la interrumpió, con los ojos anegados en lágrimas pero aún así, riendo fuertemente- Dijiste que tenía dos minutos.

-De acuerdo, discúlpame- reconoció la mujer, intentando mantenerse tranquila; después de todo, ya habían hablado varias veces al respecto.

-Cásate conmigo... en una iglesia católica, con un sacerdote que oficie una misa... con el vestido blanco que siempre soñaste con usar, para llegar a una recepción donde estén todas las personas que quieras que invitemos. Vamos a comprar un pastel, de varios pisos, para poder partirlo juntos y seleccionarás flores, para armar un ramo, que llevarás en tus manos hasta el momento en el que decidas arrojarlo entre tus amigas solteras. Entonces, nos iremos cuando esté a punto de amanecer para tomar un avión a cualquier lugar al que quieras ir en el mundo, ya siendo mi esposa, bajo las condiciones que me estableciste desde un principio. Las acepto, aún cuando no son tan mías como me gustaría, porque quiero estar contigo para siempre.

Para cuando el mayor de los hermanos Kaulitz, hubo acabado de hablar, las lágrimas cristalinas y dulces de la alegría ya corrían libremente por las mejillas de la conmovida modelo, quien no podía dar crédito a todo lo que acababa de escuchar; ¿De verdad él estaba dispuesto a hacer todos sus sueños realidad? Era algo sumamente inédito, que jamás llegó a capturar en su mente pues lo consideraba imposible. Callada, se arrojó en sus brazos, sollozando abiertamente. 

-Sí...- farfulló débilmente, llenándole el cuello de besos- Claro que sí.

Pronto, la noticia se difundió entre sus amigos y familiares, causando una ola de felicitaciones, buenos deseos y frenesí por parte de todos los implicados; el momento más incómodo, se produjo cuando Annya, quien todavía recordaba haber sido novia de Tom en algún momento, se enteró. Durante una pequeña reunión celebrada en el mismo sitio donde tuvo lugar la proposición, ambos adultos se colocaron frente a un balcón, con la tarde igual que les había caído a Umbrose y Kaulitz, los ojos de la pareja fijos en el agua inmóvil del lago.

-Me siento muy feliz por ti- soltó ella, la primera en hablar- Me duele, es cierto pero... es lo mejor para ti. Te lo mereces.

-Gracias, Anny...- comentó él, sintiéndose un tanto incómodo- Yo sé que no es sencillo pero... las cosas no funcionaron y... Frances y yo. 

-Está bien, Tommy- replicó la modelo, colocando la palma de su mano en el rostro del angustiado guitarrista, a manera de consuelo- Si acaso queda algo más que decir, es "Perdóname". No quise lastimarte de la manera en la que lo hice, en su momento. Yo era diferente en aquél entonces y... no medí las consecuencias de mis actos.

-No es necesario decir eso...- musitó débilmente el músico, sintiendo una tibieza que inundaba su cuerpo en el interior, producto de escuchar decir a su ex novia aquellas palabras. Había cambiado tanto en el tiempo que llevaba con Briant... tal vez aquella era la mayor dicha del amor: que era transformador- Las cosas que sucedieron... ahora sé que tu vida no fue sencilla en absoluto y... mi comportamiento de adolescente ultra sexual no lo hizo más sencillo.

-Creo que el de ninguno de ambos- rió la muchacha, experimentando una tranquilidad que parecía quitarle un peso enorme y aplastante de encima- No comprendíamos la diferencia entre "tener sexo" y "hacer el amor" porque nunca habíamos estado realmente enamorados. 

-Annya... ¿Briant te hace feliz?- cuestionó de último el hermano gemelo de Bill, observando de reojo a su ex novia quien, en aquél momento, le pareció la persona más tranquila del universo.

-Bastante- confesó la joven, dirigiéndole una mirada de soslayo al encantador hombre de cabello negro que la observaba discretamente a la distancia- Te puedo decir que, no te ofendas, esta es la primera vez que realmente me he sentido amada en mi vida.

-Me da gusto saber eso- enunció el artista, colocándole un brazo sobre ambos hombros a la hermosa criatura que tenía a su derecha, recargada en la barandilla de la terraza, sobre las tranquilas aguas, mismas que iban cambiando de naranja a azul su color- Ser amado... te transforma.

-Nadie se imagina cuanto- replicó Nikova, volviendo su mirada hacia Tom, a quien le dedicó la amplia y más sincera sonrisa de su vida.


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