viernes, 3 de agosto de 2012

La pareja

La pareja by Diana Harlu Rivera on Grooveshark
Mientras Alice y Bill se perdían en la recámara de su única hija, Arianna, los otros dos individuos que habitaban en la casa se alejaron de ellos discretamente, tomados de la mano, avanzando a través de las recámaras desiertas y aún así plagadas de luz por las que iban pasando. En el camino, los ojos de ella se perdían en cada una de las imágenes que lograba captar de las paredes, donde, animadas, se movían, transmitiendo de manera más viva el sentimiento de aquél momento; inclusive, si presionabas un botón del marco, podías escuchar sus voces, lo que se decían los unos a los otros. Normalmente, esta opción se mantenía apagada no sólo en aquél lugar, sino en el resto de los hogares que contaban con estos artefactos, o aquello hubiese sido semejante a un mercado; sin embargo, ella, a veces curiosa, se levantaba a la mitad de la noche, casi de madrugada, para frecuentar los abandonados corredores, alumbrados únicamente por la luz azul de la luna, para pedirles que reprodujeran la voz de él una vez más. Nunca se cansaba de escucharla.

Finalmente, alcanzaron la puerta color caramelo de la recámara, ambos de pie ante ella, antes de echarse una mirada de complicidad y cariño que, si la estudiaban bien, reflejaba la clase de relación, mística e incomprensible, que los unía. En silencio, él repasó los contornos de los nudillos de la criatura, como solía hacer cuando estaban esperando y por aquél instante, no sintió deseos de moverse en mucho tiempo. Sentía un mal presentimiento que la mujer notó de inmediato, por la forma en la que se descompuso el rostro eternamente alegre de él; como por impulso, la dama alargó su única mano libre para tocar con su palma la mejilla del hombre que tenía frente a sí, en un gesto que denotaba consuelo y preocupación. En silencio, el individuo le respondió colocando su mano libre sobre la de ella, presionándola contra su piel. El tacto era maravilloso.

-¿Entramos?- preguntó él, como si nunca antes hubiesen estado en la alcoba.

-Si quieres...- repuso ella con sencillez, dándose cuenta de manera repentina que en realidad, todavía no quería dormir.

-No, mejor vámonos de aquí- le propuso, estrechando su mano- Hay que... hacer algo diferente.

-Estoy de acuerdo- coincidió la criatura, sonriendo débilmente. Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, se sentía extraña, fuera de foco.

Así, ambos individuos desaparecieron del hogar de manera silenciosa, introduciéndose al cubo del elevador, donde ella descubrió un botón que no había notado con anterioridad. Inusualmente, decía "arriba".

-Vamos allá- pidió Frances, observando con sus encantadores ojos verdes a Tom, quien parecía un poco reticente- Si nosotros somos "hasta arriba" hay que ver entonces qué hay más allá de nosotros.

-Está bien- consintió el guitarrista, sonriendo débilmente; él también se sentía extraño- Vamos.

De aquella manera, ambos individuos presionaron al mismo tiempo el pequeño botón que tenía escritas las letras "Up", que significan "Arriba" en inglés. Pacientes, aguardaron muy poco tiempo cuando el timbre musical del cubículo les indicó que ya habían llegado a su destino y repentinamente, las puertas metálicas se abrieron, dejando ver un paisaje absolutamente cautivador, un jardín secreto. 

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