martes, 31 de julio de 2012

Arianna

Arianna by Diana Harlu Rivera on Grooveshark
En medio del conjunto de salas completamente a obscuras, un pequeño destello surgió entre toda la negrura, parpadeando de manera constante e incansable, por Dios sabía cuánto tiempo. Repentinamente, su fulgor comenzó a aumentar de velocidad, hasta que la diferencia entre cada encendido/apagado previo y el siguiente, era tan nimia que casi parecía inexistente. Súbitamente, todas las luces que había en las demás habitaciones, provenientes de focos, lámparas y objetos domésticos, encendieron todas las mismo tiempo, llenando con sus ruidos, su calor y y su luminosidad cada una de las recámaras del pequeño hogar. Para ese entonces, el elevador emitió un musical sonido pre-grabado que indicaba el alcance del piso al que se deseaba llegar.

Uno a uno, los individuos que venían alojados en el mediano cubículo metálico descendieron para reunirse en el recibidor principal de la casa. Allí, por parejas, comenzaron a dispersarse en distintas direcciones, moviéndose para dirigirse a los lugares a los que querían ir. Primeramente, un hombre y una mujer pelinegros avanzaron en línea recta, a través de un largo pasillo con paredes cubiertas de recuadros de madera que contenían imágenes dentro de sí, hasta que llegaron a una puerta de madera color caramelo, la cual el caballero empujó con su dedo índice y ésta se abrió de par en par. Dentro de la estancia a la que estaban por accesar, una melodía tenue y relajante comenzó a sonar, mientras los pequeños planetas iluminados del techo se movían con ella. Sonrientes, ambos adultos eliminaron la distancia existente entre ellos y la delicada cuna de madera, misma que se encontraba cubierta a medias por un manto blanco que caía desde el techo hasta el suelo. Allí, la madre depositó al bebé con sumo cuidado entre la serie de cojines, muñecos de peluche y delicadas cobijas que había, abiertos de manera que la criaturita silenciosa quedaba en medio de todos ellos. Al encontrarla tan calmada, dormitando sin preocupación alguna en su mente, ambos progenitores suspiraron.

-Mírala- le rogó la mujer, haciendo lo mismo ella- ¿Acaso no es...?

-Perfecta- completó el padre, repasando con sus pupilas cada uno de los rasgos de la diminuta humana que respiraba de manera acompasada; desde los pequeños arcos de sus casi inexistentes cejas hasta sus regordetes dedos de los pies. Imagen y semejanza suya.

Fue en aquél momento, cuando se encontraba apenas visible bajo la cálida luz beige que iluminaba el cuarto de su única hija, cuando Bill Kaulitz se dio cuenta de que ahora, a diferencia de hacía unos años, tenía mucho más de lo que jamás había soñado. El matrimonio siempre había sido su meta, ¿pero la paternidad? Era algo que definitivamente no contemplaba. Una vez que se enteró acerca del embarazo de su entonces novia, unos nervios terribles lo recorrieron de pies a cabeza, electrocutándolo a su paso como pequeñas descargas soltadas al azar en su ser. ¿Él padre de alguien? El hombre que difícilmente se pensaba capaz de cuidar de sí mismo, ¿A cargo de otro individuo? Le resultaba casi impensable. 

A pesar de todas sus dudas, en ningún momento dudó acerca de su misión: amar con todas sus fuerzas a la criatura que su amada traía en su interior, nutriéndose de lo que ella comía, respirando el aire que ella inhalaba. Si amaba a Alice con semejante locura, ¿Cómo no adorar a cualquier cosa que proviniese de sí y, para más, contara también con rasgos de él? A partir de aquél momento, comenzó a tener algo con lo que nunca antes había contado: fe. Fe en que, no sabía cómo, pero lograría ser un buen padre para su retoño, enfrentándose a cualquier consecuencia que eso trajese.

Con añoranza, no podía aguardar para conocerla, pues de inmediato concibió en su mente la imagen de una perfecta y diminuta porción de sí, con el cabello negro de su esposa y la nariz de su familia, probablemente los ojos de su madre. Orgulloso, pregonaba la noticia a quien se le pusiera enfrente y se ocupaba día y noche de cuidar de su mujer, a la que de inmediato se preocupó en convertir en su esposa, en una apresurada boda civil que se disfrutó entre amigos y familia, los cuales eran demasiados. Así, Alice y Bill se transformaron en marido y mujer, seis meses antes de tornarse también en padres de una hermosa niña de casi dos kilos, a la cual llamaron "Arianna".

-¿Por qué "Arianna"?- cuestionó el mayor de los hermanos Kaulitz, la primera vez que tuvo la gracia de observar a su sobrina, una diminuta cosita envuelta en un ligero cobertor rosado.

-No tengo la menor idea- confesó el padre, riéndose a carcajada limpia ante la mirada entretenida de su mujer- Simplemente se me ocurrió.

-¿Y por lo menos sabes qué significa?- insistió Tom, fascinado con la criatura, quien, a pesar de tener horas de nacida, parecía sumamente inteligente; tanto, que el guitarrista podría haber jurado que entendía lo que charlaban los adultos.

-"Muy sagrada"- expresó Alice, saliendo al rescate de su marido; éste, de inmediato, se volvió hacia ella, con una interrogación grabada en su rostro y la sorpresa resplandeciendo en sus pupilas.

-¿Cómo lo sabes?- escupió sin pensar el vocalista, sumamente intrigado.

-Alguna vez lo leí, en un libro... creo- sonrió la criatura, bastante animada para haber tenido un hijo hacia menos de dos horas- Desde entonces me gustó ese nombre.

-En ese caso, supongo que fue una verdadera coincidencia- aventuró el padre de la hermosa niña, la cual se convirtió inmediatamente en la adoración de sus amistades y sus familiares. Su abuela, Simone, se deshacía en atenciones con ella, clamando que jamás se habría imaginado tener una nieta tan pronto.

-De acuerdo- admitió un buen día, cuando los hermanos y sus respectivas parejas la fueron a visitar- Sinceramente, comenzaba a dudar acerca de mis posibilidades de tener nietos.

-¡Mamá!- se quejaron el dúo de gemelos al mismo tiempo, dirigiéndole una mirada de reproche a su progenitora.

-¡Con Bill todavía es permisible creer eso!- puntualizó Tom, el más escandalizado de ambos- ¿Pero conmigo? Estás jugando, ¿Cierto?

-Hijo, seamos realistas...

-Si no fuera porque Frances es la horma de tu zapato, quizá te hubieras quedado solo por siempre, Thomas. intervino Bill, insultado ante el comentario de su hermano. ¿Acaso él también creía que el vocalista de Tokio Hotel se quedaría soltero por siempre? ¡Vaya ánimos!

Y así, en menos tiempo del que había esperado en toda una vida, el menor de los hermanos Kaulitz se convirtió en el mejor padre que cualquiera pudiese imaginar, entusiasta en cualquier cosa que concerniese a su unigénita, entrometiéndose todo el tiempo para conseguir el mejor porvenir para la única heredera del apellido Kaulitz.

-Gracias- musitó, hablando en voz extremadamente baja, dirigiéndose a su esposa, quién, de pie a su lado, observaba con adoración a la bebita.

-¿Por qué?- replicó ella, sin despegar la mirada de su adorada hija.

-Por todo- expresó el caballero con un suspiro- Por Arianna, por el amor... por todo.

-No hay de qué- suspiró la humanoide, acercándose a su marido para prodigarle un beso en la mejilla, al mismo tiempo que tomaba su mano, entrelazando sus dedos con los de él.


viernes, 27 de julio de 2012

El amor está en el aire

El amor está en el aire by Diana Harlu Rivera on Grooveshark
Dorian Umbrose
Mirando a sus amigos marcharse entre risas y charla, Phoebe se quedó observando al desordenado grupo de la familia Kaulitz, integrada por cada uno de los hermanos y sus respectivas esposas, así como la pequeña Arianna, hija de Bill y Alice. Con un profundo suspiro, la mujer se despidió de ellos, agitando tristemente su mano, a pesar de que sabía que los vería al día siguiente. ¿Qué podía hacérsele? Eran su familia. Ellos y todos sus demás amigos, salidos de los rincones más recónditos de la tierra, surgidos de las maneras más inesperadas.

Poco a poco, el amplio jardín con el que contaba la residencia de piedra fue quedándose vacío, hasta que, casi al último, únicamente quedaron las distraídas parejas formadas hacía poco tiempo, quienes, al encontrarse tan inmersos en sus soberbios paraísos personales, poca atención prestaban a lo que sucedía a su alrededor. Resueltos a dejarlos que disfrutaran un poco más de la amena ambientación de su amplio jardín, la anfitriona se sentó calmadamente al lado de su marido en el primer banco que encontraron disponible, tomándose de la mano.

Lexie Umbrose
-¿Alguna vez viste esto venir?- cuestionó el miembro de mayor edad de la pareja, haciendo círculos con su dedo pulgar en el dorso de la mano femenina que sostenía con ternura.

-Para nada- rió a carcajada limpia la mujer, antes de recargar su cabeza en el hombro que tenía a su lado derecho.

Allí, a pocos metros de distancia de la posición del matrimonio Schäfer, se encontraban primeramente Dorian y Lexie, tomados de la mano de una manera bastante similar a la de ellos, charlando animadamente a pesar de que nunca se separaban. Mentalmente, Phoebe se preguntaba cómo hacían para no aburrirse jamás uno del otro y qué se contarían si todo lo compartían. Llevaban más tiempo del que podía recordar estando juntos y, a pesar de que se encontraban casados por el civil, en los casi cuatro años que llevaba de conocerlos aún no habían formalizado religiosamente su compromiso, como era el deseo de la mejor amiga de Frances.

Un poco más lejanos, los ojos verdes de la encantadora empresaria también alcanzaron a divisar a Alexei y Natalie quienes, muertos de la risa, parecían contarse suceso tras suceso sin detenerse; a criterio de Phoebe, ellos sí tenían de qué hablar. Ambos tenían una carrera bastante ocupada y eran pocas las ocasiones, como aquella, en la que se podían sentar, uno delante del otro, a compartir qué era de su vida. Para los pocos meses que llevaban juntos, eran bastante unidos. ¿Quién lo hubiese imaginado? La maquillista de Bill Kaulitz y el mayor de un par de gemelos humanoides. Extraño.

Alexei Rose
Se conocieron apenas él se bajó del jet en el cual los chicos de Tokio Hotel y todos los humanoides regresaban de la aventura vivida en las instalaciones de Astrella y fue cuando la miró, pacientemente plantada a pocos metros de distancia, ataviada con unos jeans ajustados y una holgada chamarra de estilo militar, su cabello recogido en una apresurada trenza lateral, sin embargo, fueron sus enormes y llamativos ojos los cuales capturaron su atención. Jamás antes la había visto y a partir de ese momento, no quería volver a despegar sus pupilas de ella.

Precipitadamente, se bajó casi de un brinco por la escalerilla del avión, aterrizando suavemente con las plantas de los pies. Él, a diferencia de Tim y los suyos, iban perfectamente vestido, ataviado con una serie de ropas blancas de algodón que le había proporcionado Astrella durante su corta estancia en su centro de investigaciones. Apresurado, se abrió paso entre la multitud que repentinamente se desató en la diminuta pista de aterrizaje semi-clandestina, haciendo todo lo posible por topársela de frente aún cuando ella no le prestaba la menor atención: le preocupaba que Bill hubiese vuelto sano y salvo.

Natalie Franz
Sorprendido ante la indiferencia que mostraba ante él, quien se creía el ser más irresistible en toda la tierra a pesar de las alteraciones que, para aquél momento, había sufrido su memoria, el hombre se quedó completamente en blanco, aún de pie delante de la conmocionada humana, quien no parecía ni siquiera remotamente consciente de su presencia. Apenas ver la mata de cabello negro bajar del avión, la chica se exaltó de sobremanera, echándose a correr frenéticamente hacia su mejor amigo y protegido, al cual abrazó de inmediato, agradeciéndole a cualquier ser que estuviese por encima de ella el hecho de haberlo regresado tal y como se había marchado.

Allí, para mayor indignación del humanoide, ambos individuos, Natalie y Bill, se pusieron a charlar brevemente acerca de lo más relevante que había acontecido, entre aquello, la noticia recién descubierta del embarazo de Alice; con mayor razón, la rubia ignoró al caballero que tenía esperando detrás durante más tiempo, llegando al punto en el que Dorian fue a revisar que Alexei se encontrara bien. Cuando le explicó la situación, al principio, el ególatra hermano mayor de Frances no podía creer lo que le decía su mejor amigo; más, ante un codazo de su encantadora novia, Lexie, dio de sí y brindó su aprobación a su cuñado, infundiéndole sus mejores ánimos.

Así, pacientemente, el mayor de los hermanos Rose esperó hasta que Franz y Kaulitz terminaron de pasarse el resumen de los hechos y finalmente, con una sonrisa aliviada en sus labios rosáceos, por fin se percató de su presencia, de su intensa mirada que no se le había separado de encima en las tres horas que llevaban allí. Aturdida, creyó que aquellos ojos azules enfocaban a alguien más; sin embargo, al voltear para buscar a la dueña de las preciosas iris, se dio cuenta de que no había otra persona detrás de ella. De inmediato, y a través de una sonrisa coqueta y tímida a la vez que él le dedicó, se dio cuenta de lo que sucedía allí; calladamente, avanzó los escasos metros que los separaban, hasta que se encontraron frente a frente, como él había esperado desde un principio.

Briant Project
-Disculpa- enunció ella primero, haciendo que él se ruborizara ante el sonido de su voz, un tanto rasposa pero aún así dulce- Pero no pude evitar darme cuenta de que estás mirándome. ¿Llevas mucho tiempo así?

-Más del que piensas- confesó él sin temor, sonriéndole abiertamente.

Mientras pensaba en la nada complicada historia de cómo Alexei y Natalie se habían conocido, Phoebe se percató de que aquellas dos parejas no eran las únicas que quedaban en su jardín, sino que también se encontraban Annya y Briant, quienes, extrañamente, no se habían marchado con los Kaulitz, a quienes solían frecuentar mucho, al igual que a los Ecker.

Allí, junto al asador, ambos jugueteaban, metiéndose comida a la boca para ver a quién le cabía más sin que le diesen náuseas. En un ataque de risa, el ex marido de Alice aplastó las fresas que tenía atrapadas entre sus segundas molares, triturándolas de manera accidental y escupiendo parte de su jugo al vestido amarillo de la modelo que tenía por novia. Ésta, en lugar de enfadarse, se rió de igual manera, expulsando a través de sus labios rojos la docena de pequeñas uvas verdes que contenía detrás de sus labios, para precipitarse sobre su pareja, a quien le plantó un jugoso beso que dejó a éste sin habla. Después de todo, Annya jamás había sido el tipo de mujer que Briant esperaba tener como pareja. Diseñado para encontrarse únicamente compatible con Alice, su ex esposa, el humanoide se halló profundamente confundido cuando, en un ataque de valentía en los Astrella Laboratories, había corrido con todas sus fuerzas con tal de rescatar a una prisionera Nikova de Dodman Roberts, quien amenazaba con asesinarla.

A partir de aquél heroico y desinteresado acto, la modelo rusa supo que por fin había hallado en príncipe azul que su madre siempre le había dicho que debía buscar y que nunca había hallado entre las docenas de novios que tuvo durante todos los años que se pasó sin ser consciente de la existencia del humanoide. Cuando cayó entre los brazos fuertes del atónito caballero, quien aún corría, a pesar de ya haberla rescatado, supo que se encontraba en casa.

-"Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor se puede encontrar la lógica"- citó Phoebe, recordando una de sus películas favoritas, "Una mente brillante".


martes, 24 de julio de 2012

Estabilidad

Estabilidad by Diana Harlu Rivera on Grooveshark
Arianna Kaulitz-Project
-¿Y ahora a dónde fueron esos niños?- cuestionó la gentil voz masculina, meciendo al bebé que tenía entre brazos mientras éste, inquietamente, luchaba por desprender de la oreja de su padre la argolla plateada que colgaba de la misma, balanceándose de un lado para el otro.

-Me imagino que tuvieron otro de sus "conflictos"- aventuró la mujer que se encontraba a su lado, abriendo sus brazos para tomar entre ellos a la inquieta criaturita que casi le arrancaba el lóbulo a su progenitor. Inmediatamente, la niña dio de sí y comenzó a comportarse de manera más cabal, jugando con la pequeña jirafa de juguete que su madre le ofrecía.

-Aquellas criaturitas ingenuas...- se quejó un tercero, dirigiéndole una mirada entretenida a la muchacha de piernas largas y el joven de cabello castaño que se alejaban a la distancia, ante la atónita mirada de un individuo rubio, quien parecía bastante dolido ante el gesto- Dime por favor que yo no era así.

-Jamás llegó a importarte tanto alguien como para que te comportaras de esa manera- concordó con él su hermano menor, su mirada puesta en la escandalosa pareja, los cuales se introdujeron en el arco de la puerta que llevaba al recibidor, para no dejarse ver más.

-Hey...

-Contigo no había que competir- aclaró el sujeto de las rastas negras, echándoselas hacia atrás en un movimiento un tanto petulante y, hasta cierto punto, soberbio- Ó, por lo menos, no con otros hombres.

Tom y Bill Kaulitz
-¿Y Alexei no cuenta?- inquirió la pelirroja, señalando con una ceja al hombre que tenía a pocos metros de distancia, sentado frente a una curiosa criatura de cabello rubio, el cual le caía a medias sobre el rostro, puesto que la otra mitad la tenía recogida en una descuidada cola de caballo.

-Alexei es un humanoide, él entra en otra categoría- sonrió el carismático músico, extendiendo su brazo derecho para estrechar contra sí a la mujer que tenía sentada a su lado, ataviada con un sencillo vestido de verano y zapatos de piso.

-Te escapaste por los pelos- rió después de un rato la entretenida humanoide, extendiendo los brazos hacia su cuñada, la cual, distraída, jugueteaba con su hija sin prestar atención a cualquier otra cosa. Al darse cuenta de su ademán, la ojiazul le permitió de inmediato su sobrina a la chica que tenía enfrente, la cual la estrechó contra su pecho apenas la tuvo entre sus manos- ¿Te imaginas? Falta poco...

-Sí, amor... sobre eso...

-Por cierto, Frances- interrumpió la dichosa madre, cruzándose de piernas al mismo tiempo que extendía una de sus manos libres hacia una de las recargaderas del asiento doble en el que se encontraba acomodada, en un intento de tomar entre sus finos dedos la mano de su esposo quien, al darse cuenta de las intenciones de su mujer, también puso de su parte para hacer que las palmas de ambos se encontraran- ¿Ya decidiste el color para la mantelería?

-Sigo en ese dilema- contestó la entusiasmada criatura, inclinándose hacia delante en señal de interés- Escoger entre el hueso y el crema es tan complicado...

Alice Project
-¿De qué color es tu vestido?- intervino el padrino de la boda, continuando con la distracción que hábilmente había tramado su compañera, la cual, casualmente, resultaba ser una de las damas de honor en la ceremonia. A un lado de la novia, la pareja de ésta le agradeció en silencio y con un ademán a ambos sujetos el que hubiesen cachado la situación al vuelo. Después de todo, él ya había hablado con ellos. Con ella no y allí se encontraba la dificultad.

-Una mezcla entre ambos tonos. Ya no me quedé con el Vera Wang- confesó con una sonrisa tímida la humanoide, ruborizándose escandalosamente. Tan sólo pensar que faltaba menos de una semana...

-¿Por qué no le pides ayuda a Phoebe con eso? Me gustó mucho la recepción de su boda con Klaus- intervino uno de los músicos que se encontraban allí presentes, haciéndole gestos discretamente a la esposa del baterista de su banda para que se acercara a ellos; de inmediato, la convocada se hizo presente.

-¿Ayuda con qué?- cuestionó la rubia, tomando asiento al lado de la esposa del mayor de los hermanos Kaulitz, la cual sonrió ante la presencia de una de sus amigas más cercanas, así como la primera persona que la había aceptado realmente, sin importar su naturaleza.

-Frances tiene problemas con la mantelería para la ceremonia del domingo- se apresuró a añadir Tom, dichoso de que la conversación hubiese tomado un curso muy diferente al que su prometida esperaba. Allí, frente a él, Gustav no pudo evitar echarse a reír: conocía bien aquella expresión estrangulada del guitarrista.

Frances Umbrose
-Pues, si quieres, podemos ir a resolver eso mañana- propuso Phoebe, tomando entre sus delgadas y trigueñas manos los pesados dedos de su marido, el cual sonreía complacido, observando el vientre hinchado de su mujer. Ya iba siendo tiempo- Estoy libre en mi hora de almuerzo y puedo delegar a alguien para que se encargue de mis pendientes.

-¿Cuando dices "alguien" te refieres específicamente a mí, Phoebs querida?- inquirió Bill, echándose a reír sin poder evitarlo. Después de todo, era el vicepresidente de Astrella Laboratories junto con su hermano, y formaba parte del consejo administrativo de la empresa, así como cada uno de los jóvenes encargados que habían sobrevivido a los destructivos proyectos de Dodman Roberts, tres años atrás y el resto de sus amistades, los cuales eran supervisores de las distintas áreas que trabajaban de manera competitiva y eficaz en la compañía más controversial de soluciones medioambientales.

-Justamente- rió la hermana menor de Andreas, echando hacia atrás su rubia cabeza, cuyos bucles ondearon en el aire, antes de que recuperara la compostura y se volviese a sentar con extremada propiedad, fiel a su costumbre- Será poco tiempo, ¿Ó tienes algún inconveniente?

-Para nada- contestó el marido de Alice de inmediato, riendo complacido. Siempre que Phoebe se ausentaba, era cuando los emprendedores más nuevos de la compañía iban a buscarlo para proponerle sus alocadas y soñadoras ideas, mismas que, meses después, se convertían en rotundos éxitos de producción en cadena.

-Bien...- replicó después de un rato la presidenta ejecutiva de la renovada empresa, entrelazando sus dedos con los de su esposo- Entonces, supongo que no debe haber inconveniente. ¿Tienen que irse pronto o piensan quedarse un rato más?

Phoebe Schäfer
-Amor, no corras a nuestros amigos tan abruptamente- bromeó Gustav, prodigándole a su mujer un beso en la coronilla. Todo aquél asunto de la parrillada debía tenerla exhausta- Si quieres que se vayan, invítalos a ver los videos de nuestra luna de miel...

-¿Por quinta vez?- escupió Tom entre risas, acariciando los brazos desnudos de Frances- Paso. Creo que mejor nos retiramos antes de que caiga más la noche. No todos podemos tener la dicha de contar con un jet privado y viajar de Los Angeles a Long Island de un rato al otro.

-No lo tienes porque no quisiste- apuntaló Phoebe, bromeando con Tom; se llevaban así desde que ambos tenía memoria y ella usaba pañales entrenadores.

-Ya te dije que no tengo dónde guardarlo- le siguió Tom la broma- ¡Pero ya verás cuando nos mudemos! ¡Contemplen...!

-¡La sede del imperio Kaulitz!- completaron Bill, Alice y Frances, riendo a carcajadas; ya los tenía mareados con esa presunción suya de construirse una mansión en la acaudalada zona de Palo Alto.

-Digan lo que digan, a mí me parece una excelente idea- continúo el guitarrista, poniéndose finalmente de pie, al mismo tiempo que tomaba a su prometida de la mano, instándola a que hiciera lo mismo que él- Ahora sí, pasamos a retirarnos.

-Tom, sabes que fue una broma...

-¡Sí, lo sé! ¡Y gracias, Phoebs!- replicó el músico entre risas, enternecido ante la expresión dulce de la hermana menor de su mejor amigo- Pero de verdad tenemos que irnos ya. Ha sido suficiente de causarles molestias a ustedes dos y abusar de su hospitalidad. Además de que tengo junta mañana con el departamento de innovación audiovisual...

Gustav Schäfer
-Descansa, amigo; descansa- lo interrumpió de forma socarrona el baterista de Tokio Hotel, quien no le envidiaba el puesto a su colega: estaba hecho casi a su medida, excepto por las largas discusiones que producían sus exigencias en el bien espoleado equipo de trabajo.

-Esperemos- bromeó el mayor de los hermanos Kaulitz, estrechando la mano de su novia al mismo tiempo que le dedicaba una mirada nada inocente.

-Esperemos...- repitió la chica con un tono que encandiló de sobremanera a Tom; de inmediato, el resto de sus amigos entendió que hablaba en serio acerca de marcharse ya a su pequeño hogar, que seguía siendo el mismo de hacía años, cuando humanos y humanoides se encontraron.


viernes, 20 de julio de 2012

Triángulo


Triángulo. by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Violet Lacrosse
-¿Cómo que está saliendo con alguien más?- preguntó casi a gritos, pero con voz muy baja, la escandalizada criatura; abriendo de manera desmesurada su hermoso par de ojos verdes, incrédula ante lo que acababa de escuchar. Frente a ella, la morena de iris semejantes a los de ella, sonreía muy poco complacida: tampoco le había agradado la noticia, pero supo que era su obligación comunicársela a su mejor amiga, en espera de que pudiera hacer algo al respecto o, de manera contraria, detener alguna de sus acciones.

-Es lo que escuché- le explicó la delgada mujer, cruzada de brazos, exhibiendo sus huesudas muñecas; mientras tanto, el sol vespertino caía directamente en su recién recuperado tono de cabello, de un castaño trigueño encantador- Además de que se les ha visto juntos en algunos eventos.

-No entiendo...- replicó la angustiada chica de nariz respingada y pequeños lunares en sus mejillas- Creí que...

-Cielo, nadie puede culparte- la tranquilizó su compañera, colocando la palma de una de sus manos suaves sobre su antebrazo, en señal de apoyo- Después de todo, ustedes dos no son propiamente...

-¿Una pareja?- escupió ofendida la humanoide, observando indignada a su mejor amiga, la cual sabía que había metido la pata al expresarse así, más no se sentía arrepentida, puesto que era la verdad. Aquella, en particular, era una de sus mejores cualidades: era hirientemente sincera- ¿Y eso le da derecho a tirarse a quien le dé la gana? ¿A salir "formalmente" con alguien que no soy yo?

Annya Nikova
 -Cariño, es que no es tu novio- insistió Annya Nikova, haciéndole ver lo evidente a Violet Lacrosse: no tenía de qué quejarse si ella aceptaba tan displicente la situación en la que Andreas la tenía metida- Tú tienes derecho a hacer lo mismo, puesto que entre ustedes no existe una situación de compromiso.

-¡Y vaya que lo voy a hacer!- despotricó enfurecida la modelo, tronándose los nudillos de manera estrepitosa, produciendo un crujido espectral una vez que lo hizo- Ya veremos a quién le duele más...

-Selick tenía razón...- musitó Annya, antes de tomar un pequeño sorbo del vaso que sostenía entre manos, ante la mirada inquisidora de la menor de las hermanas Lacrosse- Dijo que no te quedarías con los brazos cruzados cuando te enteraras.

-Se nota que ella me conoce mejor que tú- acusó la humanoide- Sabes que tengo el coraje suficiente para hacer estas cosas.

-Claro- consintió de inmediato la humana, volviendo a cruzarse de brazos- Sin embargo, yo sí pensaba que tenías el suficiente raciocinio como para salirte de esto. Ya déjalo, Vi... sabes que tienes muchas buenas oportunidades con otros muchachos.

-¿Y quién dice que quiero a otro?- apuntaló la testaruda criatura, mientras observaba al despreocupado mánager reírse de manera natural, rodeado por su grupo de amigos. Sorprendida ante el inusual comportamiento de la genio que tenía frente a sí, Annya entendió que, aún en especies tan avanzadas como los humanoides, el amor seguía siendo un fuerte impedimento mental y emocional, una vez que te atrapaba entre sus redes.

-Vi...

-Voy a buscar a Sascha- expresó Violet, de la nada, irguiéndose firmemente delante de su amiga, la cual la miraba horrorizada. A lo lejos, divisó a su tierno objetivo, con sus pupilas fijas en las dos personas que lo acompañaban, tomados de la mano, charlando animadamente con él. A lo lejos, Lacrosse pudo escuchar su conversación y casi de inmediato, supo que al chico no le molestaría que lo alejara abruptamente de aquél sitio- Si no regreso... bueno, no voy a regresar. Con tu permiso.

Sascha Bennet
Así, caminando con seguridad de sobra y asegurándose de pasar frente al lugar donde el rubio mánager de Tokio Hotel se encontraba sentado, la humanoide se deslizó graciosamente, hasta llegar a su objetivo, el cual la notó de inmediato. De manera discreta, como si súbitamente se interesara en la charla que Alexei y Natalie daban a Sascha sobre sus ocho meses de noviazgo, la mujer se apostó en la parte trasera del asiento de madera, recargándose de forma que sus senos sobresalientes y altivos le rozaban el cuello al hombre al que súbitamente había tomado entre sus brazos. De inmediato, la temperatura del sujeto que aún se encontraba apostado en la silla de tapicería blanca comenzó a elevarse, haciendo que éste comenzase a hiperventilar, consciente de que no resistiría así demasiado tiempo.

Poco a poco, la discreta mano del humanoide fue deslizándose de una de las recargaderas del mueble hacia el muslo descubierto de su hermosa acompañante, la cual comenzó a sonreír, bastante complacida de sí misma, en cuanto se dio cuenta de que sus macabros planes estaban surtiendo efecto: a pocos metros de distancia, en la misma dirección, Andreas no le podía quitar la mirada de encima a la pareja y, a pesar de que Sascha era uno de sus mejores amigos, se sentía con unas ganas tremendas de ir y molerlo a golpes, por tener sus sucios dedos encima de la que consideraba "su chica".

Después de todo, la situación que se había dado entre ambos, Violet y Andreas, había sido culpa del segundo de ellos, desde el primer momento en el que la vio. Cautivado por su inusual belleza y su escultural cuerpo perfecto, contemplarla semi desnuda y únicamente cubierta por una especie de sustancia brillante y pegajosa había resultado excitante para él, aún más que le tocara sentarse junto a ella en el jet de regreso, siendo que ésta difícilmente utilizaba algo más que una camisola larga que le habían encontrado.

Más tarde, el contacto entre ellos se volvió un tanto complicado, dado que Tim se negaba a alejarse de su hermana a sol y sombra, además de que, en un principio, contrario a lo que se esperaría de él, Georg se ofreció para alojar en su pequeño y austero departamento de soltero al par de hermanas, las cuales consintieron profundamente agradecidas; así, eran pocos los momentos en los que Andreas llegaba a coincidir con Violet sin que Georg o Tim estuviesen presentes y, en aquellos en los que llegaba a suceder, se encontraba precedida por Sascha, quien tampoco la abandonaba en absoluto. De aquella manera, convivir con el objeto de su deseo resultaba casi imposible, hasta una buena noche en la cual el alemán estuvo de suerte.

Puesto que para algunos de los humanoides, Sascha específicamente, visitar distintos clubs se había vuelto casi tan indispensable como respirar, el resto del grupo de amigos gustosamente lo acompañaban, unos retirándose más temprano que otros. En aquella ocasión, por alguna extraña coincidencia, a él le tocó cuidar de Violet por el resto de la noche, siendo que Tim y Georg se encontraban ajenos a ellos, enredados en sus propios amoríos y Sascha no parecía muy gustoso de compartir tiempo con la menor de las hermanas Lacrosse. Aburrido hasta los huesos, el atractivo muchacho jamás esperó lo que le llegó aquella noche.

Andreas Hoffman
Sentada al lado del callado administrador, la curiosa criatura observaba atentamente a las parejas que se movían en la pista del baile y, súbitamente, se puso de pie, antes de girarse hacia Andreas, a quien le exigió que le mostrara cómo hacer lo mismo. Sintiéndose un tanto extraño, al hombre le costó trabajo dar de sí y muy a su pesar acompañó a la delgada chica a uno de los extremos del cuadro iluminado, cuidando que nadie lo observara; sin embargo, para su sorpresa, resultó que Violet no sólo sabía bailar, sino que lo hacía de una manera súbitamente llamativa y sensual.

Cautivado por aquella actitud dominante que exudaba la humanoide, Hoffman se dejó seducir hasta que, apenas un par de horas después, la encontró encima de él, sujetándolo por los hombros con todas sus fuerzas y moviéndose en un vaivén exquisito sobre su pelvis, con sus hermosos párpados fuertemente cerrados.

De ahí en adelante, se volvieron inseparables. Él, con la excusa de mostrarle más acerca de la vida de lujo que llevaba, la motivó abiertamente a desenvolverse en aquellos ambientes; comprándole ropa, accesorios, zapatos y demás con tal de tenerla contenta y presentable, se jactaba de llevar de la mano a la que en poco tiempo se convirtió en una super modelo codiciada, aún más que Frances y Annya. Encantada ante tal cantidad de atención, a Violet nada le costaba dejarse ir entre todas aquellas fantasías, hasta el momento en el cual se dio cuenta de que, más que la vida de excesos y desenfreno que llevaba, estaba enamorada de Andreas. Cuando menos comenzó a notarlo, se mostraba celosa frente a otras mujeres que se le acercaban y se sentía excesivamente enferma cuando no podía pasar tanto tiempo con él como le hubiese gustado.

Así, lo que comenzó como una amistad se había vuelto un peligroso triángulo amoroso en el cual, sin deberla ni temerla, Sacha terminó metido, a causa de términos irresueltos que había entre Violet y él; de aquella manera funcionaba lo suyo: Andreas dejaba a Violet por otra mujer, ella se vengaba buscando a Sascha para consolarse y después de un rato de sentir los celos hirviéndole a todo lo que daba, Andreas se daba el lujo de regresar al lado de la humanoide.

Ante la mirada escandalizada del mánager, la pareja de humanoides se puso de pie en un momento determinado, excusándose frente a Alexei y Natalie, los cuales les sonrieron de manera condescendiente, antes de marcharse discretamente, cuidándose de no encontrar a Tim en su camino hacia la puerta de entrada de los Shäfer. Sabiendo que aquella era su oportunidad para reconciliarse con ella, el mejor amigo de los gemelos Kaulitz se echó a correr hacia Lacrosse, hasta que la hubo tomado del antebrazo con un fuerte agarre de su parte, lo cual la dejó ella un tanto sorprendida, puesto que no lo veía venir.

-¿Puedo llamarte después?- cuestionó el alemán, sintiéndose miserable ante la visión de su mejor amigo llevándose a la chica que siempre le servía de repuesto cuando las demás no le eran suficiente.

-Veremos si te contesto- replicó groseramente la hermosa criatura, quitándoselo de encima con un gesto. Sonriendo complacido, Sascha se alejó con Violet tomada de la cintura.


martes, 17 de julio de 2012

Ser humano


Ser humano. by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-¿Por qué es tan difícil lidiar con ella?- preguntó Tim en voz alta, envolviéndose sus largos brazos cubiertos de pecas con ambas manos, repasando varias veces con las suaves plantas de sus manos los miembros fuertes y equilibrados, de constitución similar a los de Frances y Alice, pero mayor dureza.

-Amor, no es que sea difícil manejar a Violet... es simplemente que... es distinta a ti, ¿De acuerdo? Y tienes que entenderlo- le respondió su novio, alcanzándola por detrás para tomarla por los hombros como si quisiera dirigirla hacia la bodega, cuando ella bien conocía el camino. Apenas sentir las yemas de los dedos de él sobre sus huesudos hombros cubiertos de tela, la muchacha se relajó de inmediato; sin embargo, no olvidó en lo más mínimo en coraje y la frustración que sentía contra su hermana, quien seguramente se encontraba allá afuera, de lo más despreocupada acerca de las habladurías que a la mayor de las Lacrosse le consternaban tanto.

Tim Lacrosse
-Es que... ¿Por qué no puede desear las mismas cosas que yo?- insistió la criatura, revolviéndose su largo y espeso cabello dorado- Una relación estable, un hogar, familia... ¿Es mucho pedir?

-Para Violet, sí- contestó el comprensivo bajista Georg Listing, abriéndole la puerta a la distraída humanoide que casi se estrella con ella, a pesar de sus avanzadas capacidades mentales- Es como si a mí me pidieras que me volviera abogado o algo así.

-Serías un excelente abogado- le sonrió la interpelada, girándose para dirigirle una mirada coqueta más discreta al mismo tiempo; no solía mostrarse exhibicionista, a diferencia de su hermana menor, quien parecía disfrutar la atención pública abiertamente- Además de que te ves muy guapo de traje.

-Gracias- contestó el sonrojado músico, introduciéndose detrás de la mujer con la que llevaba saliendo más de un año. Ahí, en medio de la obscuridad de la bodega de vinos de los Shäfer, se sentía con mayor libertad para hablar; de una manera un tanto parecida a Tim, tampoco le agradaba que los demás se enteraran de sus asuntos privados, quizá por eso era, junto con Gustav, uno de los miembros más callados de la banda y dejaba que los gemelos Kaulitz se encargaran de la imagen pública del cuarteto y todos aquellos meollos que a él le resultaban tan incómodos- El punto de todo esto es que no todos podemos tener los mismos deseos, corazón. Quizá por eso somos seres con libre albedrío, para decidir qué le conviene más y qué menos a nuestra personalidad.

Georg Listing
-Mmm... me cuesta entender a las personas- reconoció la chica, acuclillándose a la mitad de la habitación cubierta de madera de cerezo, cubriéndose su angelical rostro con ambas manos. Detrás de ella, su novio se apresuró a acercarse a la inmóvil figura, para colocarle una mano en la espalda, en un gesto de apoyo y solidaridad. No le agradaba que la chica a la que tanto amaba se preocupara de semejante manera por Violet quien, contrario a ella, le daba lo mismo lo que los demás pensaran de ella, gesto que había aprendido con fidelidad de Andreas.

-Nadie dijo que sería ciencia fácil- le explicó el muchacho, acuclillándose a su lado- Dale tiempo, ya verás que caerá en sus trece cuando llegue el momento adecuado. Es como Tom, te juro que me extraña verlo al lado de Frances.

-¿Y tú?- cuestionó Tim, con una sonrisa cubierta de curiosidad de sus labios color coral- ¿Alguna vez te viste conmigo?

 -No realmente- rió el bajista sin poder evitarlo, echándose hacia atrás hasta recostarse en el lustroso e impecable suelo- No es por ti, simplemente... no sé, no me veía con nadie.

-¿Nadie?- repitió la intrigada muchacha, dejándose caer de espaldas para aterrizar a un lado de su pareja, el cual la acogió con brazos abiertos, dejando que la chica recostase su cabecita inteligente sobre el pecho firme de él- No te creo.

-No es que no haya salido con chicas en algún momento de mi vida- admitió él, rememorando los bonitos rostros que había tenido oportunida de conocer de cerca; sin embargo, ninguna de ellas lo había hecho sentir ni la mitad de lo que experimentó desde la primera vez que miró a Tim- Inclusive llegué a tener una relación estable durante un tiempo, pero ella... bueno, no es que fuera precisamente fanática de mi carrera.

-¿Por qué?- cuestionó la modelo, observándolo un tanto sorprendida, mostrando sus enormes ojos verdes de manera casi descarada. Cuando los tenía tan cerca de sí, como en aquél momento, al músico le costaba respirar con normalidad- ¿Tenía otras ambiciones para ti?

-Para nosotros, más bien- rememoró el joven, no sin sentirse apesadumbrado, al recordar aquél rostro, la nariz cubierta de pecas y el cabello lacio y pelirrojo- Pensó, equivocadamente, que yo tendría más tiempo para nuestra relación.

-Entre tú y yo el tiempo jamás ha sido problema- replicó Tim, ya con el entrecejo fruncido, haciendo que su adorable frente de alabastro se crispase en una serie de profundos zurcos, frutos de la reflexión intensa y el desconcierto.

-Porque ahora mi carrera es diferente- le explicó él de manera cuidadosa, estrechándola contra su costado. A pesar de que la había buscado durante mucho tiempo, e inclusive llegó a pensar que jamás llegaría, en aquél instante se dio cuenta de que la encontró en el mejor momento de su vida- Mi trabajo es un poco más estable, tengo la opción de escoger lo que quiero para mí... antes no tenía esa opción. Ni yo ni el resto de los chicos.

-¿Por qué?- volvió a inquirir la criatura, cual niña pequeña, llenándolo de preguntas; el músico, por su parte, no pudo evitar reír ante semejante muestra de curiosidad.

-Porque ahora Andreas lleva los asuntos de la banda, Tom y Bill se encargan de la producción, Alice de las relaciones públicas... creo que no nos hace falta nada, o nadie- examinó el caballero, dándose cuenta de las cosas que habían cambiado en los últimos cinco años- Digamos que ya no tenemos a quién rendirle cuentas así que... soy como mi propio jefe.

-Entonces, tú escoges tus horarios y demás, ¿No?- aventuró la tierna curiosa, sonriéndole de manera dulce, con su boquita de querubín, sacándole a él también una sonrisa. A pesar de las cosas por las que lo hacía pasar, no la hubiese cambiado por alguien más; quien quiera que fuese esa "alguien".

-Exacto- replicó él, prodigándole un beso en la coronilla, en su cabello oloroso a fresas- Para poder pasar más tiempo contigo, con mis amigos, con mi familia...

-Por cierto, tus hermanas llamaron en la mañana- mencionó Tim, abrazándose fuerte a la cintura del hombre que reposaba a su lado; de inmediato, el rostro de éste se crispó en una mueca llena de dolor.

-¡Ay, no! ¡Te dije que no contestaras si eran ellas!- se quejó amargamente Georg, a quien sus dos hermanas llamaban "Georgie" de manera cariñosa.

-¡Pero son muy amables!- refutó la humanoide, extrañada ante el gesto lastimero de su novio- ¡Amy dice que quiere que las visitemos la próxima semana y yo no tuve reparo en decirle que iríamos!

-¡Tim!- chilló el alemán.


viernes, 13 de julio de 2012

Familia




Familia. by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-¿Alguien trajo ya los platos que pedí hace horas? No tengo la menor idea de dónde colocar la comida.

-Deja de ser exagerada, por favor- le rogó una voz en respuesta, entre risas- Vienen por la puerta.

-Vaya... después de siglos...

-Siglos son los que les toma a esos tres llegar aquí, su cuentecito del tráfico ya no me lo creo- intervino una tercera persona en la conversación, metiéndose en medio de las dos individuos, las cuales charlaban apaciblemente, entre risas, frente a una alargada mesa de madera.

-Los tres dijeron que estaban en lugares diferentes- comentó una de las tres hermosas mujeres que se encontraban allí; una que portaba su rubio y largo cabello en una cola de caballo hecha de lado.

-Temáticamente, ¿Cuáles estaban relacionados?

-El de Violet y Andreas- se inmiscuyó Annya, cruzándose entre las tres allí presentes para alcanzar un poco de manzana picada que había en un tazón.

-Uy... parece que a alguien lo dejaron fuera de la jugada...- río Selick, fascinada. A su lado, Tim no parecía contenta en absoluto.

-Le he dicho a Violet cientos de veces...

-Cada vez es más frecuente, ¿No?- cuestionó Annya, escogiendo más frutas para agregar a su ya colorido plato- Que ellos dos se queden solos.

-La importancia no radica en la frecuencia, querida- se sumó de nuevo la rubia Selick- Sino quién tiene la iniciativa de que eso suceda.

-A Andreas no le molesta...

-A Violet tampoco- repuso Frances, metiéndose en la conversación después de haberse mantenido callada todo aquél tiempo.

-¿Pero quién tiene más que perder en esos encuentritos casuales? Andreas y Sascha son mejores amigos...

-También Sascha y Violet- argumentó Annya, sonriendo burlonamente- Además de que, Sascha piensa que entre él y Violet existe algo más...

-Ego de hombres, tú sabes cómo son- interfirió Tim, intentando cubrir a su hermana; lo cual, dadas las circunstancias, resultaba parcialmente imposible.

-Aha... pero yo pienso...

-¡Buenas tardes!- clamó una voz, cercana a la puerta que daba al jardín, misma que se encontraba rodeada de flores blancas y hojas rebosantes de verdor en torno a su marco. Del hueco que provenía del pasillo, salió una mujer excesivamente delgada, de complexión atlética y largo cabello lacio, de un tono similar al de las avellanas. Ataviada con un ligero vestido de verano de mezclilla y tennis de piso, lucía demasiado fresca para ser objeto de las calumnias que la rodeaban- Perdón por llegar tarde, quise pasar a traer algo antes.

-Que cordial de tu parte, Vi- agradeció un individuo que para nada había escuchado la conversación que las mujeres del grupo habían sostenido frente a la barra de frutas y verduras- ¿Andreas no viene contigo?

-No, dice que tuvo más trabajo del habitual y tuvo que quedarse un rato- lo excusó la mujer, bajando los tres pequeños escalones de mármol blanco- ¿Y Sascha? Pensé que ya estaría aquí.

-No ha llamado en largo rato- le contestó su interlocutor, acercándose a la muchacha para saludarla con un fuerte abrazo- Pero no te preocupes, no debe tardar. ¿Algo de comer?

-Sí, gracias; muero de hambre- replicó la muchacha, sobándose el estómago con su mano libre, pues en la otra cargaba un pequeño canasto repleto de distintos tipos de panes- Quedamos con Dre en no comer...

-Te gané- le susurró Selick a Annya al oído, ante la mirada molesta de Tim y la cara de vergüenza de Frances. Frente a ellos, Violet, la hermana menor de Tim, sonreía apenada y Tom, discretamente, hacía grandes esfuerzos para no desternillarse de la risa.

-Creo que no sirvo para guardar secretos- añadió la ruborizada humanoide, riendo limpiamente.

-Al parecer, no- la riñió su hermana, cruzándose de brazos en una actitud que no parecía de lo más complacida en absoluto.

-¡Hola, chicos!- exclamó una voz masculina, rompiendo la tensión- ¡Disculpen el retraso! Mi auto...

-¡Ni para mentirosa sirves!- le reprochó Tim a Violet, acercándose a ella de manera apresurada. Antes de que las cosas se tornaran de color escarlata, Georg, el novio de Tim, decidió intervenir.

-Cariño, ¿serías tan amable de acompañarme a la bodega por unas cuantas botellas de vino?- cuestionó, interponiéndose entre ambas damas- Nos quedamos un poco cortos cuando llegaron Alexei y Natalie.

-Una vez que le ponga una mano encima...

-Maldita sea... la regué, ¿Verdad?- le preguntó Andreas a Violet, sabiendo que había metido la pata.

-Se te está chorreando- replicó la menor de las hermanas Lacrosse, mordiéndose el labio inferior, demostrando abiertamente lo nerviosa que se encontraba.

-Tim, cielo... el vino...

-¡Se largaron a revolcarse a algún lado como animales y no me llamaron, sucias prostitutas!- acusó uno más de los invitados, el cual acababa de llegar, entrando por la misma puerta que Violet y Andreas- ¡Ya me parecía muy sospechoso que no anduvieran juntos!

-Viejo, no te lo tomes personal...

-¡No es personal!-  replicó Sascha, escandalizado- Es sexual y psicológicamente...

-Te ofende que tenga sexo conmigo por ser tu mejor amigo, ¡Sascha, supéralo! ¡Te prometí que me acostaría contigo el miércoles!- intervino Violet, intentando mantener la paz; sin embargo, sucedió justamente lo contrario.

-¡VIOLET!

-Entra a la casa, entra a la casa...- guió Andreas a ambos humanoides, sus acompañantes, antes de que la ira de Tim estallara sobre ambos. Mientras tanto, el resto del grupo se dedicó a calmar a Tim, quien se encontraba hecha una furia.

-¡Mi amor! ¡El vino, el vino! ¡Que esta gente se muere de sed!- insistió Georg, tomando a Violet por los hombros. Sabiendo que arruinaría la comida que ella y Phoebe llevaban meses planeando, optó por enfocarse en respirar tan hondo como le permitiesen sus pulmones, inhalando y exhalando mientras se dejaba conducir al sótano de los Shäfer.

-Esta gente...- intervino Bill, girándose de la mesa de postres frente a la cual se hallaban él y su esposa, Alice, con su hija Arianna en brazos- ¿Es que nunca podemos estar en paz?

-No cuando Violet, Andreas y Sascha están con nosotros- repuso Alice, meciendo a Arianna, mientras ella hacía todo lo posible por contener la risa. Aquellas escenas se habían vuelto el pan suyo de cada día.


martes, 10 de julio de 2012

Origen






Origen by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-No, no puede ser...

-Es, cariño- le contestó la mujer, aproximándose hacia ella con su paso de felino, observando compasivamente el rostro cubierto de sudor, frío y pegajoso, el cual hacía ver aún más espectral el rostro consumido de la criatura, los saltones globos oculares cubiertos de telarañas sanguiñolentas, las ojeras en torno a ellos, que hacían ver los ojos como pozos abandonados: obscuros y vacíos- Me resulta impensable que te hayas tragado el cuento fantasioso que intentaron venderte. Regla primordial de la materia: no puedes sacar "algo" de donde hay "nada".

-¡No! ¡Mientes! ¡Intentas darme una razón para estar de tu lado! ¡Pues adivina qué! ¡No lo conseguirás!- clamó la criatura con todas sus fuerzas, agitándose frenéticamente de un lado hacia el otro, haciendo crujir ruidosamente las aldabas de metal que la mantenían sujeta a la fría pared. Los pies, que se encontraban unidos a la altura de los tobillos, también se movían, en un intento frenético de huír de aquél sitio infernal.

-Cielo... debes entender...

-¡No me llames "cielo"!- espetó una voz de trueno, que hizo que el resto de los que se encontraban en la misma posición que ella se encogieran al escucharla hablar así: jamás la habían escuchado expresarse de aquella manera- ¡Tú y yo no tenemos una sola gota de sangre en común!

-Comienzo a creer que debo ser más clara- musitó la anfitriona de aquél espectral sitio luminoso, cruzándose de brazos en un gesto omnioso pero teatral al mismo tiempo- Yo soy tu...

-¡No lo digas!

-Yo soy tu madre. Y éstas son tus hermanas: Astrid y Cora.

-¡NO!